lunes, 27 de febrero de 2012

Hay poco, ¿y los DT qué hacen?

Por Walter Vargas para Ole

Maradona se queja del nivel del fútbol argentino. Batistuta se queja del nivel del fútbol argentino. Más de cuatro se quejan del nivel del fútbol argentino. De un tiempo a esta parte, el deporte nacional es pegarle al deporte nacional. Pero, ¿cuánto hay de certero y legítimo en el diagnóstico y en el fastidio que conlleva? Veamos. En principio, por más doloroso que sea, no se puede más que aceptar que sí, que en general se juega feúcho, y desde hace un buen rato. Sin ir más lejos, el propio seleccionador nacional, don Pachorra Sabella, acaba de hacer notar que están faltando entendedores del juego, futbolistas de pausa y panorama, de los capaces de salir del trámite fácil del pelotazo vil. Pero tampoco será cuestión de descargar responsabilidades en la escasez de materia prima. También gravitan de forma negativa los muchos entrenadores que predican jugar para presionar, y no al revés. Si a esta política contra natura (el pato persigue a la escopeta) añadimos las luchas grecorromanas en el medio campo, y la tómbola de la segunda jugada, del rebote del rebote, no hay nada que festejar.

Con todo, interpelada la trasnochada idea de que correr rápido y amontonar gente sean sinónimos de eficiencia, y admitida la merma de cracks y la necesidad de refundar el trabajo en el semillero, no sería justo omitir que la Argentina sufre especialmente la imposibilidad de conservar lo mejor de la casa. El 80 ó 90 por ciento de sus mejores exponentes están en ligas europeas, o en la de México, o etcétera. Imaginemos a España, Italia, Inglaterra, Francia, sin futbolistas extranjeros, y a lo mejor no tendremos un gran consuelo, pero, por qué no, una perspectiva menos apocalíptica.

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